Los límites de tu idoma son los límites de tu mundo.

14 jun 2010

Trabajar en casa



Desde niña supe que quería estudiar algo vinculado con el idioma inglés. A los ocho años ya sabía que quería ser profesora de inglés, y lo fui, sólo que después de cuatro años de trabajar en el Anglo del centro, renuncié. Pero eso lo cuento más adelante. Primero les cuento que en mis años de adolescencia, años en que mis gustos eran muy cambiantes (quise ser abogada, quise ser médica, quise ser psicóloga, quise estudiar filosofía), nunca perdí la pasión que desde siempre sentí por el idioma inglés. Mi vida se revolucionó a los quince años cuando mi tío Dulis, el mismo fanático del fútbol sobre el que hablo en mi blog, me regaló un pasaje a Nueva York para que pasara el verano-invierno con ellos. Me fui en avión, con mi hermano chico, los dos solos de la mano (él con un cartelito de “Menor”), y aterrizamos en esa ciudad imponente que luego se convertiría en mi ciudad mítica. Ese período, de comienzos de diciembre a marzo, fue uno de los que marcó mi vida para siempre. A partir de entonces empecé a viajar a Nueva York año por medio, ahorraba cada peso, cada regalo de cumpleaños y de Navidad, y me quedaba varios meses –todo lo que las vacaciones me permitieran.

Con los años hice muchos amigos, estudié en la Universidad de Long Island, leí muchos autores en su lengua materna. Manejar bien otro idioma es como tener una llave colgada al cuello. Y esa llave te abre muchas puertas; abre tu propia cabeza, expande tu capacidad de entendimiento y de tolerancia hacia otras culturas. Por eso luego estudié japonés y francés, y espero que con el tiempo pueda aprender más idiomas.

Fast Forward al año 2002. Renuncié al Anglo porque para aquel entonces tenía clara otra de mis prioridades: no me gustaba cumplir horarios, tener jefes (aunque los del Anglo eran una maravilla), verme en la obligación de que desplazarme en invierno a las ocho de la mañana. Quería trabajar en casa. Yo estaba en una situación privilegiada, sí, pero seguía buscando la tan ansiada libertad. Para entonces ya me había recibido de Traductora pública, y decidí apostar todas mis fichas a esa profesión. Fue entonces cuando nos reunimos con Elizabeth y decidimos crear Fidelis. 

Claro que trabajar desde la casa no es fácil y de a poco lo iríamos descubriendo. En 2006 me entrevistaron para un dossier que preparaba el diario El País sobre teletrabajo, donde hablé sobre los pro y los contra de trabajar desde casa y sobre los desafíos que implica. Aquí puede leerse el artículo completo. Por supuesto, muchas cosas cambiaron desde entonces. En un próximo post vamos a analizar, Lizzie y yo, qué cosas mejoraron y empeoraron en estos últimos cuatro años y cuál es nuestra opinión actual sobre el teletrabajo. 

"El teletrabajo –al que se llega, de acuerdo a la traductora y escritora Fernanda Trías, con "paciencia, dedicación y bastante entusiasmo"- es un buen impulsor de una mejor calidad de vida, aunque, vamos, no todos estamos capacitados para trabajar sin jefes en la vuelta"

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Alejandra Darriulat dijo...

El reverso de las palabras, qué hermosa manera de presentar este espacio! Me conecta con los distintos lugares desde donde podemos mirar las cosas. Comparto plenamente con Fernanda eso de que aprender un idioma que no sea el nuestro, amplía nuestra mirada y nuestra capacidad de percibir el mundo. Muchas gracias y mucha suerte con la apertura de este nuevo espacio. Qué sea con éxito!
Un abrazo desde Delft, Alejandra